Cuando somos niños generalmente se nos acostumbra a pedir, a exigir y pocas veces a valorar lo que se nos da, a producir o a gestionar nuestros recursos.

Se debe considerar que el desarrollo de las familias proviene en la medida que la cabeza de ésta o sus miembros tenga el poder para controlar las finanzas del hogar, gestionando un presupuesto familiar responsable, sostenible en el tiempo así como impulsando el espíritu emprendedor de cada uno de ellos. Teniendo una educación financiera adecuada, las familias tendrán la libertad de elegir y exigir sus principales necesidades como la vivienda, alimentación, movilidad entre otros.     

Las familias prosperan en la medida que tengan conocimientos básicos de economía, finanzas y de empresa así como que tengan muy presente lo negativo de presumir y derrochar dinero en lugar de invertirlo y hacerlo crecer. Teniendo siempre presente que “el dinero hay que ganarlo y gastarlo de manera honesta”. 

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que la educación financiera debe ser considerada como un aspecto complementario de los esfuerzos de regulación y supervisión del sistema financiero, al mismo tiempo que refiere la importancia de ésta como “una herramienta para promover el crecimiento económico, la confianza y estabilidad”. Si ello es así y considerando que la persona individual así como la familia de manera grupal son el eje del desarrollo resulta importante el empoderamiento económico familiar a través de los programas de educación financiera familiar (fundamental para que el sistema financiero canalice adecuadamente el ahorro contribuyendo a la estabilidad de las familias).

Se debe tener en cuenta que muchas personas de escasos recursos viven de subvenciones y es por ello que resulta fundamental enseñarles a producir y a gestionar adecuadamente sus recursos y finanzas a todos los miembros de la familia inclusive a los niños.  

Desde hace unos años atrás, se viene llevando a cabo la Estrategia Nacional de Educación Financiera entre el Ministerio de Educación, la Superintendencia de Banca y Seguros así como con otras entidades del sector público y privado, ONG´s y académicos. Asimismo, según el Currículo Nacional de la Educación Básica aprobado por el Ministerio de Educación se aprecia dentro de las competencias, capacidades y estándares de aprendizaje nacionales de la educación básica, la competencia 19 relativo a gestionar responsablemente los recursos económicos, permitirá al estudiante administrar sus recursos personales y familiares así como reconocerse como agente económico, luego de lo cual: 

  Comprenderá el funcionamiento del sistema económico y financiero. 

Tomará decisiones económicas y financieras (planificando el uso de sus recursos en función a sus necesidades). 

  Ejercerá sus derechos y deberes siendo un consumidor informado.

Tal como podemos observar en la medida que las familias cuenten con una adecuada educación financiera adoptarán decisiones óptimas financieramente puesto que ésta transmite  la importancia del ahorro para un mejor consumo. 

La educación financiera familiar fomentará la creación de pequeñas empresas familiares así como la facilitación de acceso al crédito y a otras fuentes de financiamiento permitiendo un  mayor crecimiento económico y estabilidad para las familias. Además, se generarán ciudadanos informados y/o capacitados que sabrán medir riesgos, valorar y realizar la mejor elección de compra.

Al masificarse la educación financiera familiar en el seno del hogar así como a temprana edad en los centros educativos permitirá que los niños absorban el conocimiento, dialoguen  permanentemente con los otros miembros de su familia, disminuyendo la probabilidad de que se generen situaciones de crisis económica provocada por ellos mismos.